LA VERDADERA HISTORIA DE LOS REYES MAGOS


Por Alberto Betancor

Mucha festeja celebraciones sin saber o interesarse cuál es el origen de las mismas, como lo podemos apreciar en estos días en los que se asegura que los reyes magos pueden ser mujeres, que da lo mismo que sean hombres que mujeres, desconociendo el origen religioso de los reyes magos.  

Los reyes magos están plasmados en la Biblia, específicamente en Mateo 2:1-12, uno de los textos que forman parte del Nuevo Testamento que dice textualmente así: 

2 Jesús nació en Belén de Judea durante el reinado de Herodes. Por ese tiempo, algunos sabios de países del oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: 2 «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella mientras salía] y hemos venido a adorarlo».

3 Cuando el rey Herodes oyó eso, se perturbó profundamente igual que todos en Jerusalén. 4 Mandó llamar a los principales sacerdotes y maestros de la ley religiosa y les preguntó:

—¿Dónde se supone que nacerá el Mesías?

5 —En Belén de Judea—le dijeron—porque eso es lo que escribió el profeta:

“Y tú, oh Belén, en la tierra de Judá,
    no eres la menor entre las ciudades reinantes de Judá,
porque de ti saldrá un gobernante
    que será el pastor de mi pueblo Israel”.

7 Luego Herodes convocó a los sabios a una reunión privada y, por medio de ellos, se enteró del momento en el que había aparecido la estrella por primera vez. 8 Entonces les dijo: «Vayan a Belén y busquen al niño con esmero. Cuando lo encuentren, vuelvan y díganme dónde está para que yo también vaya y lo adore».

9 Después de esa reunión, los sabios siguieron su camino, y la estrella que habían visto en el oriente los guio hasta Belén. Iba delante de ellos y se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. 10 Cuando vieron la estrella, ¡se llenaron de alegría! 11 Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra.

12 Cuando llegó el momento de irse, volvieron a su tierra por otro camino, ya que Dios les advirtió en un sueño que no regresaran a Herodes.

El texto anterior es tomado de la Nueva Traducción Viviente, las demás traducciones bíblicas, tanto evangélicas como católicas, dicen lo mismo cambiando solo sinónimos y redacción. Es curioso que es el único de los evangelistas que habla de los sabios de oriente, incluso, en ningún otro libro del Nuevo Testamento o del Antiguo Testamento se mencionan.

Tampoco hay mención alguna que se llamaran de que fuesen tres o a que se llamasen Melchor, Gaspar y Baltasar, como los conocemos ahora.

Pero según ese fragmento son “sabios” y vienen de Oriente. ¿Os suena algún otro elemento de ese texto? Exacto, la estrella que los guía hasta el portal de Belén donde le entregan oro, incienso y mirra al niño Jesús.

En algunas versiones se menciona que eran “magos”, como la Biblia Reina Valera 1960, pero no se debe confundir con magos de magia, por el contrario, este término no tenía la misma connotación en la antigüedad que ahora y hacía referencia a sabios con conocimientos de ciencia, sobre todo de astronomía. Juan Chapa Prado, doctor en Teología por la Universidad de Navarra, nos cita el Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, de H. Balz, que afirma que “el término ‘mago’ en griego deriva del nombre de una tribu médica que, en la religión persa, desempeñaba funciones sacerdotales y se ocupaba del estudio de la astronomía o la astrología”.
Que fueran reyes y magos fue tomado de diferentes textos y tradiciones orales que aseguraban que reyes y magos, estableciéndose como un hecho en el Siglo III d.C. que eran reyes y además de magos. Pero para que se establezca definitivamente que eran tres tuvieron que pasar dos siglos más. Ya que fue hasta el siglo V. que se estableció el papa León I designa que los reyes magos sean tres, acabando con el número en el que podían ser cualquier cantidad ya que no había consenso del número.



Con respecto a los nombres Gaspar, Melchor y Baltazar, y que traían regalos se presume que también se originaron en el Siglo V, aunque es claro que los regalos tienen una connotación más mercantil que religiosa.

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