Es un grito de desesperación por Raúl Ochoa Cuenca


 Por Raúl Ochoa Cuenca

Esta misiva me ha sido transmitida por un oficial superior, un General de Brigada del ejército venezolano, quien pasará a retiro el próximo 5 de julio. Obviamente, el nombre de este compatriota lo omito, lo que no puedo es omitir ni una coma de su artículo, que más que de opinión, es un grito de desesperación, más aún cuando en el lapso de los próximos 45 días le habrá dicho a su uniforme: hasta la vista fiel compañero. Su grito no puede ser ignorado. Son muchos, diría la mayoría, los venezolanos que visten el uniforme de nuestras fuerzas armadas honradamente.

El país es de todos y hacia ese objetivo claro y decidido van las fuerzas de la verdadera oposición. El pueblo de Venezuela cuenta con usted, así como con muchos como usted. La unificación del país es una necesidad fundamental. Todos somos importantes en la nueva Venezuela.

Apreciado general, me permitiré utilizar este documento para discernir sobre un tópico que en mi concepto podría ser clave para el futuro próximo del urgente proceso como es el de la reconstrucción del país. Me refiero a la sensatez con la cual el pueblo venezolano deberá procesar la muy probable victoria de la oposición, personificada en la figura del Dr Edmundo Gonzalez. Es por lo que creo sea un aspecto de primer orden, el tener muy presente la imperiosa necesidad que el nuevo gobierno y en el término de la distancia, proceda a la re-institucionalización del poder judicial en todas y cada una de sus instancias.

Decirle y mostrarle con hechos reales y de fácil observación a ese pueblo, sediento de justicia, que ese nuevo gobierno, comprometido con el cumplimiento de lo prometido y con el de cumplir y hacer cumplir lo previsto en nuestra Carta Magna y en las leyes de la República, está procediendo por vía de la civilidad a satisfacer esa necesidad humana y natural como es el dar y recibir justicia y evitar así, desde el primer momento la tentación, igualmente humana pero ni permitida y menos aceptada, como el de administrar justicia por mano propia.

La re-institucionalización de los órganos de administración de justicia, evitariá está grave, por peligrosa, tentación, ante el actual drama, sin saber cual de estas aberraciones es peor: una justicia que se vende y que se compra o como su utilización para satisfacer rastreros intereses políticos o como una justicia al servicio de oscuros intereses, inclusive aquellos transnacionales, en una constante negación de la aplicación de las normas como debería ser en cualquier normal sociedad. El rápido proceso de adecentar moral y técnicamente estos fundamentales órganos de la administración pública venezolana, truncará de manera expedita el terrible peligro de caer en la tentación que los filósofos como Platón en la Grecia antigua tanto temían: fac tibi iustitiam.

Un intento de describir la simbiosis funesta y premeditada del aparato del estado con la fuerza armada nacional bolivariana.

Estimado Dr Ochoa,

"Las decisiones en el estamento militar no se basan en instrumentos democráticos". Tomando esta premisa, en estos veinticinco años transcurridos, la intención y orden emanada desde Cuba, era de destruir la institucionalidad de la FAN, es por ello que era necesario infiltrar con ello al sector público, ya que esté fue literalmente invadido por el otro, cuando contaba con sus normas de carrera administrativa para sus funcionarios y no era precisamente la improvisación lo que permitía acceder a niveles de gerencia media y alta gerencia en los pasos de escala de la carrera administrativa dentro de las instituciones públicas del estado, existía un riguroso procedimiento.

El desgaste sistémico fue progresivo y minó las bases que sustentaban una organización que podía ser perfectible. (administración pública ) es por qué al incorporar en grado sumo a militares en dichas instituciones públicas prolifera la ineficiencia, ineptitud, incapacidad, corrupción desmedida y voraz, de aquellos designados como una estampida de grupos, subgrupos, desvirtuando así ambos sectores, es como una simbiosis oscura, que destruyó no solo la institución castrense, sino las instituciones públicas de forma simultánea, para infiltrar así todo el aparato del estado por un sistema de mafias y estructura clientelar político y militar servil a unos propósitos, que permeó en el control del poder y las instituciones con el brazo armado directamente para garantizar el uso de la fuerza y las armas y sostener hasta ahora este régimen, con excepcionales casos de militares preparados y capacitados para asumir roles relevantes en empresas del estado y cargos muy específicos dentro de la administración pública, como efectivamente ocurrió en el pasado e incluso pudo ocurrir en el presente selectivamente si la idea era contar con los más capaces, cosas que efectivamente no convenía a los diseñadores de esta hecatombe actual.

Al insertar al militar en una estructura civil y dirigida por una fracción política que este desconoce, fácilmente lo lleva con intención a formar parte en la participación directa en proselitismo político y tomar partido en el activismo y defensa de quién lo designa (a propósito ). El asunto es que minar de militares dentro de la función pública fue precisamente premeditado, con la finalidad reitero nuevamente, de crear una estructura clientelar que establezca un puente directo entre el aparato del estado, el nepotismo, las influencias y el poder militar con el uso de la fuerza, y justamente eso aclaro es lo que ha sostenido a este régimen.

Pero no son todos. Existe un quiebre, aunque generalicemos, las evidencias de rechazo a esta aberración están allí, vea cuántos jóvenes militares han desertado, han sido arrestados, detenidos, perseguidos, exiliados y asesinados, porcentaje visible de un grueso de oprimidos y neutralizados. También observé cómo en dos décadas desde Miraflores surgieron oficiales subalternos, superiores, edecanes, ayudantes que luego fueron designados para dirigir bancos del estado, empresas del estado, viceministerio, ministerios, etc y luego ausentes por años de las unidades operativas de comando militar pasaron a comandar grandes unidades de combate, regiones, y hasta componentes militares, luego incursionando en la política, postulándose a alcaldes, gobernadores y diputados en el siguiente paso de la consolidación en la toma del poder.

Hay pocas excepciones, pero hay una en especial que entendió que sin salir del estamento militar, podría lograr la influencia y poder que muchos otros no alcanzaron, sólo para garantizar que las cosas siguieran como estaban concebidas, presentándose para todo esto y es por ello que siendo el moderador de este sistema clientelar de mafias político castrenses, que une cual cordón umbilical la función pública y el proselitismo con el uso de la fuerza y el comando de componentes y regiones, le ha permitido con éxito hasta ahora, sortear su permanencia durante diez años en el poder, ya que ha sido un gran director de orquesta. Es decir, es el gran moderador político militar, así como uno de los principales responsables de la radicalización sin precedentes de la tragedia que vive Venezuela en los últimos diez años.

El moderador político militar que dirige la orquesta de la simbiosis funesta estado fuerza armada para emplear el uso del poder y su aparato disuasivo militar en detrimento de millones de Venezolanos y en beneficio de las mafias que protege, es nada más y nada menos que Vladimir Padrino López.

Es quizás para muchos algo superfluo y obvio, pero no es accesible para todos el esquema y entramado que se maneja y que ha sabido dirigir y sortear este oscuro personaje, manteniéndose en el poder, acumulando riqueza saqueada al país, conformando diversos negocios ilícitos, apoderándose de propiedades y manejando el terrorismo de estado en el interior de la Fuerza Armada con una sutileza que trata de engañar a imbéciles, que en su mayoría de la cúpula solo buscan obscenamente su beneficio personal más que evidente, flagrante, grosero y obvio en detrimento de las mayorías de sus subalternos y tropas.

Un oficial superior de las Fuerzas Armadas Nacionales, General de Brigada, quien no pudo cumplir durante su carrera profesional con el juramento que le hizo a la bandera, a su pueblo y a su país y confieso que me arrepiento de no haber dado el paso al frente cuando aún se podía salvar la República.

En algún lugar de Venezuela, un día cualquiera del mes de mayo del año 2024.


Sobre el autor: Raúl Ochoa Cuenca es abogado con doctorado en Derecho Internacional Público y un post grado en Economía para el Desarrollo.

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